Cada animal es un cuento: relata una historia a través de las huellas que deja, por ejemplo, en el desierto, y forma parte esencial de la literatura y los mitos que ayudan a que los hombres nos comprendamos. En este ensayo luminoso de Alberto Ruy Sánchez —autor, entre otras novelas, de Los nombres del aire—, los animales “vivos” y los animales “literarios” son el rincón oscuro del espejo en que nos reflejamos diariamente. Por Alberto Ruy Sánchez Desde niño estuve poseído por la extraña certeza de que cada animal es un cuento que se mueve. Creía que los humanos tienen mascotas sobre todo para contárselas mutuamente, para hablar de ellas. Aunque muchas veces también para hablar con ellas.Yo veía que los niños y los ancianos hablaban muchísimo con los animales. Creía que crecer consistía en olvidar totalmente cómo se habla con ellos, para recuperar muy al final de la vida ese lenguaje de historias que se mueven.En vez de preguntar el nombre de un animal, nuevo para mí, pedía que me conta...